Los cinco sentidos del amor

rosa

En colaboración con Ignacio Luna.

Nos observamos con atención,
apreciando la consideración,
comprendiendo que entender,
no es necesario para querer. 

Te escucho.
Me escuchas.
Palabras elocuentes, adornadas.
Asertividad y amabilidad en cada sílaba;
el motivo perfecto para en la paz creer.

Saboreo el momento de hacerte un bien.
Es dulce, como tu piel.
Un tanto amargo, también...
Por la eterna impermanencia de tu miel.

Estrechamos nuestras manos, cálidas;
como dos autores que escriben
los síntomas del aprecio en sus vidas
en compañía de una cómplice sonrisa.

Tu identidad saluda a mi nariz,
me embriaga la suave brisa
de tus ojos en los míos,
tus palabras en mis oídos…
Con aquel olor agridulce
de saber que, ante todo,
Te respeto.

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