Pozole: ofrenda a los dioses

¿A quién no le encanta un plato de pozole calientito, sobre todo en los días fríos? Puede comerse en varias presentaciones; puede ser verde, blanco o rojo, con maíz, carne, chile y verduras… acompañado por tostadas o totopos.

El pozole es uno de los platillos más característicos de nuestra famosa gastronomía, que está clasificada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde hace casi 10 años. ¿Sabías que, además de su riquísimo sabor, cuenta con una historia muy interesante que data de la época prehispánica?

Su nombre, de origen náhuatl, significa “espuma” ya que originalmente se preparaba a partir de los granos de un maíz especial el cual se precocía para que los granos pierdan la cáscara y se abran, tomando una apariencia de espuma. Los detalles de su preparación varían según el estado: en Guerrero se le agrega tomate verde; en Colima, queso blanco; en Jalisco, cerdo y chile ancho; en Michoacán, chicharrón y en las zonas costeras se llegan a agregar sardinas o camarones, en fin… se consideran que hay al menos 20 variantes de este platillo en nuestro país.


Hoy en día lo usamos para celebraciones, sin embargo, en sus orígenes, el pozole llevaba ¡carne humana! Y era de carácter ceremonial: solo podía ser consumido por los sacerdotes de más alto rango y el emperador. Nuestros antepasados se regían por las estaciones y sus deidades estaban relacionadas a los fenómenos naturales. Por eso, en la entrada de la primavera se realizaban ofrendas para pedirle al dios de la primavera, Xipe Tótec, un año fértil y con buenas cosechas.

Pues bien, una de estas ofrendas consistía en un delicioso pozole adornado con un muslo humano. El muslo provenía de un prisionero sacrificado y también se le ofrecía al emperador Moctezuma para su consumo. Las partes del cuerpo humano se cocían junto con el maíz espumoso… ¿te imaginas eso?

En otras ocasiones, la carne que llevaba el pozole era de xoloitzcuintle, la raza sagrada de perro que ayudaba a cruzar el inframundo, o de aves domésticas. También era un alimento servido en los ritos funerarios que se transformó con la llegada de los españoles, que cambiaron la carne por carne de cerdo y popularizaron su consumo, de manera que ahora todos podemos comerlo en cualquier circunstancia y, afortunadamente, ya no lleva carne humana.

¿Qué esperas para ir por uno?

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