La mente humana es de las máquinas más complejas de la Tierra. En ella se moldea nuestra percepción del mundo, permitiéndonos sentir y entender el mundo en maneras únicas… tan únicas, que podemos olvidar que la mente de los demás es muy distinta a la nuestra.
Nuestro marco mental se vuelve el par de lentes a través de los cuales vemos al mundo; lo cual es útil al momento de interpretar la realidad pero puede volverse un impedimento si no nos damos cuenta de las limitantes al momento de entender a los demás.
Dicen que cada cabeza es un mundo, sin embargo en la rutina llegamos a olvidarlo. Buscamos entender a las personas a nuestro alrededor a través de nuestro propio esquema de pensamiento, obviando en ocasiones muchos de los detalles que nos hacen diferentes.
Como resultado, podemos no lograr comprender la manera en que ciertas situaciones afectan a otros, especialmente si en nosotros no tienen un verdadero impacto. Además, si la comunicación no es eficiente, resultará prácticamente imposible entendernos.
Ante esta realidad, la mejor respuesta es la empatía. De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, la empatía se define como la capacidad de identificarnos con alguien y compartir sus sentimientos… algo para lo que millones de nosotros hemos perdido la práctica.
Ser empático es saber escuchar, evitando juicios y comentarios hirientes; simplemente hacer una pausa para escuchar la mente ajena expresarse, con sus temores, prioridades y preferencias, sin estar constantemente pensando en lo que responderemos, sino en intentar comprender.
La empatía es una forma de amar a los demás, incluso a los desconocidos; de respetarlos lo suficiente para no intentar imponer nuestras creencias y sentimientos en ellos, ni intentar medirlos con «la misma vara» que utilizamos con nosotros puesto que ellos son un mundo distinto en el que las reglas de funcionamiento pueden no parecerse a las del nuestro.
Como humanidad, costumbrarnos a vivir dentro de ella ayudaría a resolver un gran número de problemas en el mundo, entendiendo no desde la mente, sino desde nuestro corazón.
Ale Maytorena 