El sauce llorón es reconocido por su tronco fornido y sus delicadas hojas que cuelgan en cortinas con forma de lágrimas. La postura de sus ramas y los bellos contrastes en su figura han llamado la atención de diversas culturas a lo largo de la historia.
Las leyendas y cuentos para explicar su origen son muy diversas… por lo que decidí crear una inspirada en elementos tradicionales. De acuerdo con esta historia, hace mucho tiempo vivía una hermosa princesa de ojos negros como el carbón y hermosa piel aceitunada que nació con el corazón de piedra.
Pasaban los años y la princesa crecía en belleza… pero sin mostrar jamás sentimientos. Ni tristeza, ni felicidad. Ni enojo ni decepción. La princesa navegaba la vida con indiferencia, incapaz de sentir realmente lo que implica ser humano. Esto llamó la atención de los dioses, que se sentían inconformes ante su frialdad.
Comenzaron a mandarle algunas pruebas, compitiendo entre ellos para intentar que ella manifestara alguna emoción. Al principio, querían hacerla reír o sonreír: enviaban curiosos y tiernos animales con tal propósito, e instruían a las flores . Sin embargo, sus esfuerzos no se vieron recompensados siquiera por el atisbo de una emoción.
Desesperados, los dioses cambiaron de estrategia: intentaron con todas sus fuerzas sembrar miedo en su corazón, hasta ese momento impenetrable. Las más grotescas criaturas se presentaban ante ella en la oscuridad de la noche. La princesa las contemplaba impávida, incapaz de sentir.
Esto molestó a los dioses, los cuales veían como una afrenta a su orgullo que la joven se resistiera a sus pruebas. Si hasta ellos sentían, ¿por qué ella no? ¿Quién hubiera imaginado que los poderosos dioses palidecerían de envidia ante una simple mortal cuyo único delito había sido nacer con un corazón de piedra?
En un arranque de ira, la mandaron llamar a su presencia. Le informaron que no podría regresar a su mundo hasta que manifestara algún tipo de emoción. La princesa, de pie frente a ellos, permaneció sin moverse durante días y noches sin saber cómo complacer a aquellos seres que demandaban sus lágrimas y sus sonrisas.
Los días se convirtieron en meses y los meses en años. El tiempo endureció la piel de la joven. Sus bellos rasgos y su fina silueta se fueron cubriendo por una fina corteza que la inmovilizó. Al ver su transformación, los dioses contuvieron la respiración ¿sería ese el momento en el que ella manifestaría alguna emoción? No obstante, la princesa era incapaz de hacerlo, pues su corazón era de piedra.
Finalmente ellos comprendieron: la piedra no llora. Sintieron compasión, pero ya era demasiado tarde: la princesa se había convertido en un hermoso y sólido sauce. Como muestra de respeto, ellos moldearon sus hojas en forma de lágrimas, permitiendo sentir a su corazón de madera.
