Amistades a prueba de fuego

Cuando brilla el sol sobre nosotros, a nuestro alrededor se aglomeran docenas de personas para disfrutar del calor del triunfo. Sin embargo, cuando se acercan las nubes de tormenta, la mayoría huyen en desbandada en búsqueda de otro sol… quedando unos pocos a nuestro lado.

Ante este fenómeno, tendemos a juzgar a las personas que se alejan; afirmando que ahora conocemos sus “verdaderos colores” y que no eran amistades verdaderas. Sin embargo, podemos llegar a olvidar una enorme verdad: no somos el centro del universo. De hecho, en la magnitud del tiempo y la distancia nuestra existencia personal es apenas un suspiro.

Las personas que se quedan a nuestro lado cuentan con la fuerza para sobrellevar la tormenta con nosotros. Sin embargo, algunas otras se alejan, no por egoísmo, sino porque necesitan de toda su energía para sobrellevar su propia tormenta. No se van de nuestra vida, sino que permanecen pendientes de nosotros mientras se concentran en sus propias batallas.

Las amistades verdaderas no son las que soportan cualquier cosa, sino aquellas que se preocupan por estar bien y fuertes en lo individual para poder enfrentar juntos cuando la oscuridad descienda sobre uno de los dos. Son las que comparten alegrías y tristezas sin absorber, entienden que los amigos son almas libres con vidas independientes. Las amistades maduras reconocen si es necesario tomar distancia ante el riesgo de caer en una dinámica tóxica, esperando pacientemente el momento de regresar con más fuerza que antes.

Más allá de los kilómetros y los minutos en medio, la amistad a prueba de fuego se caracteriza por la honestidad y la confianza, el apoyo constante y el cariño. La amistad a prueba de fuego puede pasar días, semanas o meses sin hablar o sin verse, pero cuando se reencuentren será como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos.

La amistad es una de las razones por las que la vida es tan bella; un motivo de significado y pasión en nuestra vida. Así sea que compartamos hobbies y gustos, o que seamos opuestos, si encuentras una amistad a prueba de fuego, “engánchala a tu alma con un gancho de Acero”, como diría Shakespeare.

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