Diente de león: semillas de los deseos

El Diente de León es una bella flor que crece de manera abundante en casi todo el mundo, siendo internacionalmente reconocido por su hermosura y su fragilidad. La manera en la que sus semillas vuelan ante el menor soplo del viento lo convirtieron en un símbolo global del amor universal y los buenos deseos; un símbolo positivo relacionado con la supervivencia, la inocencia y la vitalidad.

Esta hermosa flor puede ser de diversas tonalidades, florece con esplendor hasta que llega su momento de secarse. En ese momento, sus pétalos cambian por una fina pelusa blanca que contiene sus semillas listas para desperdigarse a su alrededor.

Como resultado, cuenta con una fina dualidad: su aparente fragilidad es la clave de su supervivencia; se desintegra con facilidad, sin embargo, esto es lo que permite que sus semillas vuelen en el aire hasta caer en un lugar propicio para renacer.

Gracias a sus características, en varias culturas del mundo se le asociaba con las criaturas mágicas. En los países nórdicos, por ejemplo, se creía que los pétalos de los Dientes de León eran en realidad hadas disfrazadas que se posaban en la planta para evitar ser pisadas accidentalmente por los humanos. Fue entre los vikingos que comenzó la tradición de pedir un deseo al soplar suavemente para hacer volar la pelusa del Diente de León, ya que creían que era una petición directa para las hadas y que ellas se encargaban de transmitirla a los dioses a través del viento.

Antaño, esta magnífica flor era un recordatorio de la magia y la esperanza detrás de cada uno de los deseos, algo que nos serviría retomar en tiempos de crisis. Además, contienen una enseñanza que no debemos olvidar: si la tempestad busca moverte de donde estás, ¡fluye! podría ser la clave para tu supervivencia.

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