El origen de los temblores: mito mexicano

Hace miles de años, en el centro de México vivía una hermosa y enorme serpiente de colores. Era casi igual a las demás serpientes, salvo una diferencia: su cola era un manantial de agua cristalina que a su paso sonaba.

El paso de la serpiente era visto como un buen augurio, un regalo de alegría y esperanza. La serpiente recorría el Valle de México, asegurándose que todo tuviera el agua suficiente para sobrevivir.

Esto pudo haber llevado al país a la prosperidad eterna. No obstante, los humanos tenemos un terrible defecto: nos dejamos llevar por la ira y la violencia. La primera vez que los hombres pelearon por primera vez, la serpiente desapareció. Como resultado, llegó una larga sequía conforme la tierra se teñía de sangre por la guerra.

Cuando los hombres dejaron de pelear, la serpiente regresó a la tierra, trayendo de regreso la vida a su paso: los frutos volvieron a nacer y los humanos cantaron nuevamente… hasta que volvieron a pelear.

Decepcionada, la serpiente se fue a vivir a las entrañas de la Tierra, en donde permanece hasta nuestros días. Sin embargo, no perdió la esperanza en nosotros. De vez en cuando, asoma su brillante cabeza a la superficie, ocasionando con el movimiento de su cuerpo grietas y temblores, para ver si hemos dejado de luchar.

Según esta historia, el día que los humanos dejemos de pelear entre nosotros y recuperemos la armonía, la serpiente saldrá de nuevo, ocasionando un último temblor antes de recuperar la prosperidad y la paz que tanto amábamos.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.