Quien ha tenido un perro en su vida, no podrá negar el amor, la calidez y las emociones que nos regalan con su compañía. Al convivir con mi cachorra Luna en el día a día, no puedo dejar de preguntarme ¿qué piensa? ¿cómo procesa su entorno? Sus ojos expresivos me indican que lo único que le falta es aprender a hablar, cuando demuestra que entiende, siente y aprende con una empatía y compasión impresionantes.
Recientemente se desarrolló un genial invento que nos acerca más a esta añorada realidad para los amantes de los animales de poder comunicarnos de manera más eficiente con ellos. Se trata de una cámara que se cuelga al cuello de nuestros queridos compañeros de cuatro patas, cuyo sensor detecta el ritmo de su corazón y toma imágenes cuando el perro se emociona.
A través de esta cámara, se abre un mundo de posibilidades para comunicarnos y entender mejor a nuestras mascotas: quedará registro en imagen de todo aquello que causó una emoción en nuestro perro, permitiéndonos aprender más sobre qué les genera felicidad, miedo, enojo, sorpresa o diversión.
De esta manera, unas sencillas fotografías capturan escenas directas desde el corazón, comprobando una vez más que los humanos estamos lejos de ser los únicos seres con emociones y pensamientos.
Una tecnología de esta índole es un gran avance para desarrollar nuestra empatía y aprender de nuestros “roomies” en este planeta. No estamos solos, somos solamente una especie de miles de millones. Nos urge como humanidad regresar a nuestros orígenes, volver a observar a nuestro alrededor y entender que compartimos este planeta. Decir “no son personas, son animales” no es justificación de abusos ni de maltratos, simplemente debería ser una afirmación de su naturaleza diversa que, sin embargo, comparte sentimientos, necesidades y emociones.
¿Cuál crees que sería la primera foto que tomaría tu pequeño de cuatro patas si le pusieras un sensor para que tome fotografías con su corazón?
Ale Maytorena 