Muchos de nosotros tenemos tantos sueños y metas que es fácil perdernos en el camino. Consideramos soñar una pérdida de tiempo y energía por la creencia de que tener una idea o meta no nos lleva a nada. Y es cierto, de alguna forma: una idea por sí sola no cambia el mundo, pero una idea con una acción detrás puede revolucionar tu vida y, en algunos casos, la de la humanidad.
Las ideas y los sueños son solo el comienzo de un largo camino al éxito: requieren de mucho esfuerzo, perseverancia y aprendizaje. Una idea es una semilla: contiene en su interior el potencial de crecer y desarrollarse. No obstante, dicha semilla jamás dará fruto si no cuenta con los cuidados y recursos suficientes para crecer. Así como la semilla requiere de tierra fértil, agua y rayos de sol, nuestros sueños necesitan esfuerzo constante para florecer.
Nuestro crecimiento y alcanzar las metas no es un resultado fortuito ni de un solo día. Decir que haremos las cosas o actuar solo un día no es suficiente. Al contrario, la falta de constancia termina generando frustración al ver nuestros sueños como inalcanzables. Un componente infalible para lograr nuestros propósitos es dar seguimiento: tomar consciencia de las acciones que hemos realizado para alcanzarlos con éxito y buscar siempre la constancia.
Para los sueños, no hay pretextos, quejas, ni peros que valgan, el único lenguaje que entienden es el de las acciones constantes. De nada sirve, si tu meta es bajar de peso, ir un día al gimnasio y desgastar toda tu energía en ejercitarte… si no vas a volver a asistir en semanas. Como las gotas que desgastan la piedra, debemos ser constantes en nuestro actuar: valen más pequeños esfuerzos cotidianos que un gran esfuerzo desconectado.
Los sueños se cumplen, las metas se alcanzan… pero para lograrlo debes creer en ti mismo, en tu razón de buscar las metas y respaldar tus ganas con acciones. ¡Tú puedes, no te rindas! No te desanimes si no ves resultados prontos… sigue avanzando y, cuando menos pienses, cumplirás con tu propósito.
Ale Maytorena 