Los seres humanos somos infinitamente complejos y con dimensiones distintas. Clasificarnos de manera rígida implica minimizar dicha complejidad para colorearnos de blanco y negro, negando los diversos matices de nuestro pensar y nuestras acciones.
Mucho se dice que somos lo que hacemos, lo cual no deja de ser cierto… más es una verdad a medias. Somos lo que hacemos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que creemos. Somos una complicada ecuación que nos hace únicos y a la vez parecidos a los demás.
Estamos a pocas horas de la Nochevieja, viviendo los últimos eventos del 2019 en espera de la llegada del 2020, lo que incita a la reflexión en la mayoría de nosotros… reflexión que en ocasiones llega acompañada por frustración por los errores y pérdidas que no supimos sortear.
La buena noticia para todos es que: ¡no eres tu pasado! Sí, somos el resultado de nuestras acciones y pensamientos anteriores, pero somos mucho más que eso. Hoy más que nunca recuerda que tu pasado no te define ni te limita.
Gracias a tu complejidad humana, el pasado no es pretexto de nada. Es aprendizaje, y te encadenará en el grado que lo permitas. Así qué: ¡libérate! Sé una esponja para el aprendizaje y el crecimiento y deja ir todo lo demás. Suelta tus cargas innecesarias y sigue adelante con la frente en alto, porque solo tú controlas tu presente, el pasado ya quedó atrás.
