Mucho se ha equiparado el éxito personal y profesional con la autosuficiencia y la independencia; nos hemos acostumbrado como sociedad a entender que las personas que no necesitan de otros son los más fuertes y valientes… sin darnos cuenta del daño que nos estamos haciendo.
El ser humano es un animal social. Necesitamos unos de otros para prosperar y crecer. Elementos tan simples como un abrazo o un suave contacto humano han demostrado tener increíbles efectos físicos y psicológicos. Incluso para aprender requerimos de la intervención de otros, como es la dialéctica, esa maravillosa técnica de dialogar con otros para encontrar juntos la verdad.
Si bien es posible el desarrollo individual y gracias a las nuevas tecnologías podemos hacer muchísimas cosas por nuestra cuenta, esto no es un reemplazo real de la interacción humana, sino una herramienta para transformarla y fortalecerla
Parte de lo que hemos perdido como sociedad es la capacidad de pedir ayuda a otros. Por un lado, las personas que se sienten perdidas, confundidas o vulnerables temen pedir ayuda y ser rechazadas. Por el otro, las personas que podrían ayudar pueden caer en el vicio de percibir a la persona que requiere ayuda como débil e inferior. ¡Grave error! Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de una aceptación que requiere madurez y fortaleza.
Las fechas decembrinas suelen ver un aumento en los suicidios y la depresión debido a la intensidad de emociones y situaciones que evocan. Si te sientes mal, ¡pide ayuda a personas de confianza o un profesional! No te esperes a que la situación se salga de control. Saber pedir ayuda puede salvar una vida. Es una acción que requiere de una enorme fortaleza para aceptar que nos hemos visto superados y requerimos ayuda para levantarnos y seguir.
Pedir ayuda es muy humano. ¡Que no te avergüence hacerlo! Atrévete a decir cuando te sientes superado… la gente a tu alrededor te sorprenderá. Muchas veces, hay una mano lista para extenderse hacia nosotros solo en espera de que lo pidamos. Cada uno de nosotros es responsable sobre sí mismo, no podemos esperar a que se ofrezcan a apoyarnos, sino debemos aprender a pedirlo.
Si quieres ayuda, pídela. Si quieres espacio, dilo. No tengas miedo de expresar lo que necesitas, hay mucha gente buena dispuesta a ayudar a los demás con ese pequeño empujón que les hace falta y que solo están esperando que se les pida ese apoyo… ¡formemos el hábito de saber pedir!
