José Luis Hernández Magallón
18 de Junio de 2009
Andando, andando, por una vereda llena de árboles muy grandes y muy verdes, Patricio miraba para todos lados, buscando con mucha ansiedad. Abriendo los ojos muy grandotes para que nada que se moviera se le pudiera escapar sin que él lo viera…
Volteaba para arriba, como si en las ramas y en las altísimas copas de los árboles que estaban en ambos lados del camino, pudiera encontrar lo que con tanto afán buscaba…
Vio un pájaro gris de una larga cola volar al ras del suelo, para luego levantar su cabeza coronada con un mechón de plumas blancas y grises, que al volar se le veían como si fueran de una princesa real…el pájaro subió y subió por el cielo, entre ramas y la luz del sol que de cuando en vez le daba en la espalda, haciendo cambiar su color blanco y gris, por un dorado brillante que le daban aún más, esa apariencia majestuosa…Patricio corrió detrás de él, con una mano levantada haciéndole señas para que pudiera voltear…
.- ¡Señor pájaro!, ¡señor pájaro!…le gritaba, sin dejar de correr detrás del ave…¡Señor pájaro! ¡Señor pájaro!…se cansó de correr y se detuvo cuando ya el pájaro no podía verse más. Bajó los brazos y la cabeza entristecido…
.- Quizás se ofendió porque le llamé pájaro… dijo para sí- ¿Y si hubiera sido pájara y no pájaro, y por eso se ofendió? ¿Cómo podría haberlo sabido yo?, después de todo, se dijo: ¿Qué hacía un pájaro con esa larga cola, como si fuera vestido para un baile de gala y con esa corona de plumas que le hacen ver como una princesa real? ¡eso no es de pájaros!, es más bien de pájaras…¿porqué no se me ocurrió pensar así antes de hablarle?, quizás no le habría ofendido… ¿y si el pájaro, que sí era pájaro, hubiera ido a un baile de carnaval? ¡sería un disfraz magnífico ir vestido de princesa real!…yo solo quería preguntarle si había visto por ahí, algún caballo que anduviera solo, sin dueño…de seguro los caballos solos, sin dueño, deben andar por caminos donde hay poca gente, si hubiesen muchas personas, más de una se lo habría querido llevar a su casa, ¿verdad? Seguía hablando para sí, con un poco más de ánimo, sin preocuparse si alguien pudiera oírle, alegrándose porque había escogido buscar por un camino donde –hasta ahora, no parecía haber nadie más que él.
El lugar por donde Patricio buscaba, era un bosque, muy cercano a su casa, qué, a pesar de ser pequeño, tenia muchos árboles diferentes, algunos muy frondosos y grandes, muy altos, otros eran pequeños arbustos, que pareciera que habían sido colocados a propósito, a los lados del camino por donde Patricio había comenzado a caminar. Él, había caminado por ese bosque, muchas veces por veredas y senderos que seguramente habían sido formados por las gentes que transitaban por ellos. Cada día elegía un nuevo camino por donde caminar, y aún, algunas veces, se atrevía a buscar por entre los árboles, esperanzado en que podría haber un caballo, solo, sin dueño y que se pudiera llevar. ¿Cuántas veces había venido a ese bosque a buscar? No lo podría decir…
¡Schwisssssss…schwiiiiiiiiisssssss!, repentinamente sopló el viento con fuerza…. ¡schplaf!, ¡schplaf, plaf!, le correspondieron las hojas y las ramas al golpearse entre sí por la fuerza del aire. Los árboles parecían aplaudir, meneando sus copas como si fueran grandes cabezas que se mecían para adelante y para atrás, como cuando alguien se ríe de algo muy divertido…
-¡Árboles bobos, ¿de qué se ríen?, gritó enojado, volteando hacia arriba y mirándolos retadoramente, uno a uno…
.-Nos reímos, le respondió uno de los árboles, de que no sabes buscar –sorprendido, tembloroso y con miedo, giró dando vueltas, buscando de donde había venido esa voz, ronca pero suave y amable….
.-¿Quién eres, dónde estás?… preguntó a gritos…
.-Frente a ti, soy el árbol de bellotas, el más grande y más verde de los que ves aquí, voltea, estoy aquí…
Patricio volteó muy despacito, con la cabeza primero, ligeramente agachado, girando sobre sus pies, aun temblando, sorprendido…
.-No tengas miedo, nada te puedo hacer, solo quiero ayudarte a buscar. Musitó el árbol…finalmente Patricio quedó frente al enorme árbol de bellotas, pero no lo podía ver bien pues el sol salía por detrás de su frondosísimo follaje y le deslumbraba, por más que parpadeara y se pusiera las manos haciendo sombra sobre sus ojos, solo podía verle las ramas oscuras que se meneaban al hablar…
.-¿Que, qqqué debo hacer? –preguntó con miedo- dígame señor árbol, ¿Qué debo hacer…?…
.-Ese caballo que tanto buscas, está más cerca de ti de lo que crees….solo es cosa de saber buscar….
.-¿Saber buscar? Repitió preguntando, ahora ya sin miedo del árbol que sabía hablar…
.-Sí, Patricio… ¡Cómo sabe mi nombre! preguntó…
.-Lo sé todo de ti, prosiguió el árbol, pero no te debe sorprender, siempre vienes aquí, buscando un caballo sin dueño, que te puedas llevar y con el que puedas jugar… Sé tu nombre porque así te llaman cuando te vienen a buscar para que vayas a cenar, y sé que buscas un caballo porque siempre te regañan porque no cesas de buscar algo que hasta ahora no puedes encontrar…Patricio dime ¿Cómo es el caballo que vienes a buscar…?
.-Nno, no lo sé señor árbol, solo quiero un caballo con el que pueda jugar…. Respondió tímidamente, tartamudeando…
.-Y sin saberlo ¿piensas que así lo puedes encontrar?… de esa manera vas a encontrar a muchos caballos a los que tendrás que preguntar si están solos y si te los puedes llevar… respondió el árbol… ¡No, ¡No!, ¡Nooo! –prosiguió diciendo el árbol de bellotas… así nunca lo vas a encontrar y tal vez cuando creas que encontraste uno, siempre habrá alguien que se lo querrá llevar diciéndote que es suyo, que lo había perdido y que no lo había podido hallar…. lo que tú necesitas es un caballo que sea solo tuyo, tuyo de verdad, ¿no es así…?
.-Sí señor árbol –respondió Patricio- pero…¿no me ha dicho como lo puedo encontrar?
.-Es muy fácil Patricio, solo es cosa de pensar…Dime, ¿has imaginado alguna vez como quieres que sea ese caballo que tanto deseas? ¿quieres que sea grande? ¿pequeño? ¿gordo? ¿flaco? ¿blanco? ¿negro? ¿dorado?…¿de largas crines o pelón?… Patricio sonrió pensando cómo podría ser un caballo chistoso, de patas cortas y peludas, gordo y pelón…
.-¿Ya ves que fácil es?, le dijo el árbol, estás pensando en un caballo pelón, gordo y chistoso de patas peludas y cortas…
.- ¡Como lo supo!, ¡dígame la verdad!!!, exclamó asustado…
.-Ya te he dicho que lo sé todo de ti…Eres un niño bueno y te quiero ayudar…. Esto es lo que debes hacer: Piensa como debe ser el caballo que quieres tener, piénsalo bien, con calma, con paciencia, porque una vez que lo hayas deseado y lo puedas tener ¡ya no lo podrás cambiar!, los deseos se cumplen solo si uno sabe cómo desear, si se sabe lo que se quiere tener y lo pide con ¡muchas, muchas ganas! para que pueda ser realidad…recuerda Patricio, piensa bien lo que quieres tener, cierra los ojos con fuerza y desea, desea, desea…tus sueños se harán realidad, pero solo si sabes de antemano lo que quieres tener…
El árbol dejó de hablar, el viento dejó de soplar y Patricio solo oía su el aliento al respirar…
.-¡Espere señor árbol….señor árbol…gritó, sin que nada ni nadie le respondiera más…
Patricio, regresó a su casa, pensativo, triste, sin haber encontrado –una vez más- el caballo que tanto quería tener…La mamá de Patricio le vio llegar, sorprendida de que no había tenido que salir a buscarlo esta vez…
.-¿Te sucede algo Patricio? le preguntó…
.- Nada mamá, hoy tampoco lo he podido encontrar…respondió…
Lávate las manos, porque ya vamos a cenar… mandó su mamá…Patricio solo podía pensar en lo que el árbol le había dicho.
.- ¿Y si fuera verdad lo que el árbol de bellotas me dijo…Qué solo es cosa de saber buscar…que debo saber que caballo es el que quiero tener…rió divertido pues ya había comenzado a pensar como era el caballo que quería…Será un caballo de grandes ojos como los de juguete rimbonbrait…con una larga cola que yo se la pueda cortar, para adornarla como yo se la quiera adornar, con crines de seda que no parezcan nunca terminar…será un caballo que yo solo podré ver y que a nadie se lo voy a prestar….después de todo, todos se ríen de mi cuando salgo a buscar… será un caballo muy especial…, solo aparecerá cuando yo quiera jugar con él…y comerá solo lo que yo le quiera dar, no protestará por lo que le voy a dar, los caballos no protestan a la hora de comer… Y quiero que sea…que sea…que sea de colooorrrr…que sea de colorrrr –hablaba en voz alta, casi a gritos… ¡De color azul!, ¡si de color azul!….¡y ya sé lo que comerá!…se dijo…cerró los ojos, con fuerza, ¡con mucha fuerza! y se puso a desear, a desear….abrió los ojos y ¡nada!, no había nada delante de él, volvió a cerrar los ojos fuertemente y se puso a desear, a desear, a desear…¡nada otra vez….!, triste bajó los brazos y empezó a caminar rumbo a su dormitorio…
A la tarde siguiente, después de la salida de la escuela, y aún sin ir a su casa, corrió hacia el camino adonde acostumbraba buscar…Al llegar, se dirigió al árbol de bellotas del día anterior, le habló diciéndole…
.- Señor árbol, hice lo que me dijo…Deseé con todas mis fuerzas, ¡dos y hasta tres veces! Y no encontré el caballo que busco y que tanto quiero…pensé cómo quiero que sean sus crines, ¡hasta de qué color quiero que sea! ¡imaginé lo que voy a darle de comer y ¡nada! No apareció por ningún lado…se dejó caer, desanimado, al pie del árbol…no obtuvo respuesta, solo silencio…de repente vio que una mariposa blanca, con una de sus alas rota, revoloteaba afanosa queriendo volar, sin pensarlo mucho le habló…
.- Señora mariposa ¿no ha visto por este camino a un caballo de color azul y crines largas, sedosas?…Abriendo los ojos con sorpresa escuchó lo que la mariposa le dijo…
.- ¿Puedo acaso volar yo? ¡rompí una de mis alas al volar entre los rosales! y ya no puedo más que revolotear…¿Qué esperas que yo pueda ver? concluyó enojada…
Patricio permaneció sentado, en silencio, con ojos al borde de las lágrimas, miró a su alrededor, no había nada, ni nadie más que los árboles de siempre, que ahora no hacían ningún ruido, pero -que sin embargo, parecían observarle atentamente…
.-¿Porqué no me respondes árbol de bellotas?…¡ya te dije que hice lo me dijiste y no apareció el caballo que quiero! casi le gritó en tono enojado…no hubo respuesta para él…
Con la primera brisa que comenzó a soplar desde que llegó, vio como una pequeña hoja de una de las ramas del árbol caía lentamente, desprendida de una rama de algún árbol vecino, de inmediato habló, dirigiéndose a las hojas del árbol de donde caía la hoja muerta.
.- Hojas del árbol, díganme, ustedes desde lo alto ¿han visto por aquí, un caballo que ande solo sin dueño?. El silencio fue su respuesta; Patricio no se desanimó y volvió a insistir, hablando con más fuerza esta vez.
.-¡Hojas del árbol! díganme por favor, si desde ahí adonde se hallan, ¿han visto un caballo que ande suelto, sin dueño? Silencio nuevamente. Molesto, gesticulando y agitando los brazos en desesperación, volvió a gritarles a las hojas…
.- Si el árbol de bellotas puede hablarme, de seguro ustedes también pueden hacerlo ¡contéstenme!.
Las hojas se movieron con agitación, como si cuchichearan entre sí, murmurando…
.- ¡Contéstenme! Les exigió, ¿han visto algún caballo por aquí, que esté solo y sin dueño?.
Esta vez escuchó a las hojas hablar, haciéndolo en coro, casi como si estuvieran cantando…
.- Aún desde lo alto, nada podemos ver de lo que hay en el suelo. Vemos cómo los pájaros se posan en nuestras ramas, cómo hacen sus nidos y como crían y cuidan a sus polluelos, vemos también como se mecen las ramas impulsadas por el viento, cómo nos hacen temblar o nos hacen cantar con el viento, podemos ver cuando alguno de los brazos del árbol del cual somos parte, se desprende, ya porque se ha secado, o porque la fuerza de la borrasca le arranca del tronco, podemos observar cuando alguna de nosotras se desprende y comienza a caer lentamente al suelo, para yacer en él, muerta, pero desde el suelo nada vemos, algunas de nosotras, las que están en lo más alto del árbol, pueden ver a las nubes, al sol del día y a la luna por las noches cuando ella decide aparecer, pero ya te hemos dicho, desde el suelo nada podemos ver. Moviéndose ya con más lentitud, las hojas -casi como un suspiro- musitaron
.- Pregúntale al viento si ha visto lo que buscas. Él viaja sin freno, sin límites, por donde le viene en gana y ¡cuando le da la gana! ¡se mete por donde quiere y cuando quiere!. Nos acaricia o nos estremece, aún nuestro árbol le teme cuando se enoja, o canta cuando sopla enternecedoramente, se arrulla a su paso cantarino, él tal vez te pueda decir.
Las hojas dejaron de hablar y ya no parecían agitarse. Calma, solo calma había en su entorno.
Patricio decepcionado, comenzó a caminar de vuelta a su casa ¡nada había logrado de su conversación con las hojas del árbol, ni el árbol de bellotas le había querido responder.
Hablando nuevamente para sí, se dijo…
.- Quizás no entendí bien lo que el árbol de bellotas me dijo, tal vez en mi prisa, dejé de hacer algo de lo que él me indicó, ¿pero qué, que me faltó por hacer?. Casi arrastrando los pies, levantando polvo al caminar por el sendero terroso, cabizbajo, entristecido, continuó su caminar. Al llegar al sitio donde estaba plantado el árbol de bellotas, y casi cuando ya le había dejado atrás, el árbol le habló…
.- Patricio, escúchame ¿estás completamente seguro que imaginaste el caballo que deseas, tal y como quieres que sea?…Patricio casi con enfado le respondió…
.- ¡Por supuesto que lo imaginé como yo quiero que sea! Lo hice con todas mis fuerzas, con todas mis ganas ¡hasta cerré los ojos para poderme concentrar y nada!
El árbol de bellotas repetía, con voz cada vez más queda: ¿Estás seguro que imaginaste el caballo que deseas? Una y otra vez, lo mismo hasta callar por completo. Patricio siguió desencantado su camino de regreso a casa. Su mamá lo recibió sorprendida de no haber tenido que irle a llamar.
En la soledad de su cuarto y sin poder dormir, repasaba, detalle por detalle, cómo había deseado que fuera su caballo: Crines, cola ¡hasta el color!. ¡Ya sé que voy a hacer mañana cuando vuelva a buscar! Exclamó, voy a preguntarle al viento, tal como las hojas me indicaron, él de seguro puede ver desde lo alto y al ras del suelo ¡hace lo que quiere y cuando quiere! tal como las hojas me dijeron ¡eso voy a hacer!
Al día siguiente, se encaminó presuroso al pequeño bosque. Jubiloso, convencido de que esta ves si podría encontrar el caballo que quería. Al llegar, y comenzar su andar, advirtió que no soplaba la más mínima brisa, como si el viento se hubiera escondido en algún lugar. Se sentó al pie del árbol cuya sombra le brindaba protección del sol que ya comenzaba a caer. Se quedó dormido sin querer, después de un tiempo se despertó sobresaltado al escuchar el sonido que hacían las ramas y las hojas agitadas por la primera brisa que tímidamente comenzaba a soplar. De un salto se puso de pie y comenzó a hablar con agitación…
.- ¡Señor viento! ¡señor viento! Dígame por favor, usted que viaja por todos lados, sin que nadie le pueda detener, subiendo y bajando a su voluntad ¿ha visto por algún lado, un caballo suelto, sin dueño? El viento pareció detenerse haciendo un pequeño remolino, como si pudiera observar al niño que le hablaba, girando sobre sí mismo, habló con una voz extraña como si aspirará sus palabras, acompañándolas de un suave pero sonoro silbido.
.- Nunca veo nada de lo que hago, ni por donde voy, ni me importa si voy o vengo, mi destino es y ha sido soplar, a veces lo hago suavemente como hoy al hablar, otras veces lo hago fuertemente, con furia sobre las aguas del mar. Lo siento mucho pero no te puedo ayudar, si está en el suelo, o anda por el suelo, de seguro las hormigas deben saber adonde encontrar lo que vienes a buscar. El pequeño remolino que el viento había formado, empezó a desvanecerse conforme avanzaba, alejándose de Patricio, sin prisa, como si estuviera arrastrando una cola, hasta que ya no lo pudo sentir más.
Una vez más, se dejó caer recostándose en el suelo, mirando hacia lo más alto de los árboles, observando como el viento caprichoso en lo alto, parecía jugar con las hojas y estas -con movimientos en vaivén- como queriéndolo atrapar, combinándose el ruido que hacían como de risas de niños al jugar y el silbido del viento que subía y bajaba de tono como queriendo cantar. Patricio permaneció en esa posición sin preocuparse del tiempo, ni de nada más, hablaba para sí en voz baja como siempre lo hacía…
.- El árbol de bellotas me aseguró que era más fácil de lo que yo pensaba encontrar el caballo que busco ¡que era nada más cosa de saber desear lo que quiero! Hice todo lo que me indicó, he repasado una y otra vez en mi imaginación, cómo debe ser el animalito que busco, y por más que deseo ¡no lo he podido hallar! Pregunté por él a las hojas de los árboles, al viento y ninguno me pudo responder, ¡ya no sé qué hacer! Exclamó con desanimo. Como salida de la nada, lejana, oyó la voz del árbol de bellotas que repetía una y otra vez: ¿Estás seguro que imaginaste el caballo que deseas? Al borde de la desesperación y del enojo, la voz de su madre llamándolo a cenar, opacaron las palabras del árbol que parecía no querer dejar de hablar…repitiéndole lo mismo: ¿estás seguro que imaginaste el caballo que deseas?
Esa noche no hizo más que pensar en lo que el viento le había dicho, se preguntó: ¿cómo es posible que no pueda ver nada de por donde va?, nada de lo que ocurre en su caminar, ¡pero él me vio! Se detuvo para contestarme a lo que le pregunté ¡claro que puede ver por donde pasa! De seguro no me quiso contestar. A las hormigas de seguro les voy a preguntar, ellas que caminan por el suelo, sabrán si hay algún caballo, suelto sin dueño ¡ya no me importa si no es como yo lo quiero! Con tal de que sea un caballo y que yo pueda jugar con él me basta.
Para su sorpresa, apenas comenzando a caminar, oyó la voz del árbol de bellotas que desde lejos le comenzaba a llamar…
.- ¡Patricio, Patricio!, acércate, debemos hablar. Sintió que el corazón le palpitaba con más fuerza, y abriendo los ojos con sorpresa, corrió alegremente hasta el lugar adonde sabía que iba a encontrar al árbol que le hablaba, gritando repetía: ¡¿Ya encontró un caballo que me pueda llevar!?. Se detuvo frente al árbol que al menear sus ramas con el viento que comenzaba a soplar, parecía crecer cada vez más. Agitado por la carrera, y sin recuperar bien el aliento preguntó.
.- Dígame señor árbol ¿ya encontró un caballo que me pueda llevar? Sus ojos, casi fuera de sus órbitas, no sabían que parte del árbol mirar. Le pareció como si el tiempo se hubiera detenido, cómo si éste no quisiera avanzar.
.- Por favor señor árbol, contésteme ¿ya sabe adonde puedo encontrar al caballo que tanto he venido a buscar? Nuevamente trató de fijar la vista en alguna parte del árbol, pero no sabía a cuál mirar, recorrió con la mirada, desde las raíces sobresalientes del suelo, por el tronco, las ramas, casi recorrió con su mirar hoja por hoja, sin poder adivinar por donde podía venir la voz del árbol, parecía como que viniera desde dentro de su propia cabeza y a la vez venir de alguna parte de aquella imponente inmensidad. Finalmente el árbol habló…
.- Dime Patricio ¿pensando así, es como quieres encontrar lo que buscas? Sin esperar respuesta, el árbol continuó hablando .- Ya no te importa como quieres que sea tu caballo, solo lo quieres para jugar…hizo una pausa. Patricio sorprendido nuevamente por lo que acababa de escuchar, solo atino a preguntar…
.- ¿Cómo sabe eso? Aún no se lo he dicho a nadie…
.- ¿Debo decirte otra vez que nada hay de ti que no pueda saber? ¿aún dudas de que puedo decirte la verdad? El muchacho recuperándose de la sorpresa, y armado con un poco de valor, le respondió al árbol, con un poco de altivez.
.- Usted me dijo que debía saber desear cómo quiero que sea mi caballo, ya lo imaginé con sus crines largas, como de seda, de color azul y la cola como sus crines…
.- ¿y solo con eso crees que lo puedes tener? Piensa ¿no has dejado fuera de tu imaginación algo más acerca de tu caballo? ¿te has hecho las preguntas correctas?
.- ¡Si! -presuroso, respondió Patricio- Ya le pregunté a las hojas de los árboles y aún al viento tal como ellas me recomendaron…
El árbol le interrumpió, no dejándolo continuar…
.- ¡Sé lo que preguntaste a cada una de ellos y sé lo que te respondieron! Le dijo con voz ronca, como si lo fuera a regañar. ¡No son esas preguntas a las que me refería! Sino a las que debes hacerte para poder desear realmente, el caballo que deseas tener ¿en verdad crees que con el color, las crines y cola, ya terminaste de desear lo que quieres tener?
.-Señor árbol, dígame entonces por caridad, ¿Qué me debo preguntar? ¿Cómo me debo preguntar? El árbol le respondió con enfado…
.- ¿Deseo yo acaso un caballo? ¿no eres tú el que lo quiere tener?
.- Si, señor árbol, pero usted me ha dicho que lo sabe todo de mí…El árbol bajo la voz, como si se estuviera alejando del joven.
. Yo no puedo ayudarte, ni enseñarte a pensar, eso lo debes hacer tú, tienes que precisar lo que deseas tener, solo así sabrás cuando lo obtengas, si es o no lo que querías…le respondió con una voz tan baja que parecía un leve susurro .
Patricio permaneció un rato más en el mismo lugar, no podía salir de su asombro, la conversación que acababa de tener, con el árbol lo había dejado muy confundido. Se repetía una y otra vez ¡ya sé lo que deseo! ¡ya imaginé como debe ser el caballo que quiero!…al borde de la desesperación pensó: lo voy a intentar una vez más, sin pensar en nada más que en el caballo que quiero tener. Cerró los ojos, con fuerza, ¡con mucha fuerza! Y se puso a desear, a desear….abrió los ojos y ¡nada!, no había nada delante de él, volvió a cerrar los ojos fuertemente y se puso a desear, a desear, a desear…¡nada otra vez!, triste bajó los brazos y empezó a caminar para salir de la casa, cuando ya estaba afuera…metió la mano a su bolsillo y la sacó rápidamente, asustado…¡no podía creer lo que había sentido! algo extraño…volvió a meter la mano con más cuidado y sacó de la bolsa de su pantalón un caballo azul, diminuto…que movía la boca sin dejar de masticar…¡se había comido los dulces que Patricio tenía en la bolsa!, pero no le importó…¡por fin tenía el caballo! Y era como el que se había puesto a soñar, azul, como de juguete rimbonbrait y que ¡comía dulces! como a él le gustaba comer…lleno de alegría gritó,
.- Lo meteré a mi bolsa cada vez que no lo quiera prestar, lo sacaré a jugar solo cuando yo quiera jugar con él y ¡comerá dulces de los que yo le quiera dar!!!!.
Moraleja: “Solo si sabes lo que quieres tener, y solo si sabes desear como debes, podrás tener lo que quieras al soñar ”
FIN
