El poder de soñar

¿Recuerdas cuando eras niño y todo a tu alrededor era mágico? La inocencia de la infancia nos permitía encontrar fantasía y esperanza en cada suceso y descubrimiento, teníamos la maravillosa habilidad de creer, de soñar. No había imposibles ni escepticismo: desde el Ratón de los Dientes hasta un mundo de hadas y dragones, todo tenía lugar en la realidad, todo podía sorprendernos y fascinarnos.

Conforme maduramos y nos convertíamos en adultos, volvimos más rígido nuestro esquema mental, reduciendo el alcance de lo real y aceptando como imposible mucha de la magia que antes tomábamos como parte del día a día. Nos fuimos al otro extremo, el extremo en el cual es ridículo pensar en la magia y en todas aquellas situaciones que solíamos encontrar en cada resquicio.

Cuando dejamos de creer en los símbolos que llenaban de magia nuestra vida, el marco de pensamiento que nos permite procesar nuestro entorno nos limita cada vez más, transitando a un mundo lleno de imposibles. Pasamos de un mundo de sueños a uno en el que soñar es casi un delito, una pérdida de tiempo que nos impide ser productivos.

Nos hemos acostumbrado a dejar de lado los sueños para alcanzar objetivos rígidos y creíbles. No obstante, si no soñamos no innovamos, no creamos. No soñar nos lleva a vivir a un mundo de rutina lleno de dureza donde nosotros mismos nos volvemos nuestro más grande limitante al asumir que no podemos.

Creer es poder. Para poder creer debemos permitirnos soñar, pensar diferente, en lo impensable. Es a partir del momento en el que nos atrevemos a soñar que realmente podemos cambiar nuestra realidad, siempre y cuando mantengamos ese perfecto equilibrio entre saber soñar y distinguir la realidad de los sueños.

¡Atrévete a soñar!

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.