La feminidad encarnada: la Triple Diosa.

Muchas religiones paganas adoraban a la energía femenina de tal manera que su figura se ha vuelto un arquetipo hasta nuestros días: la Diosa Triple.

La diosa triple, presente en infinidad de culturas, representa la energía femenina en todos sus aspectos, su descripción y fundamento incluye desde las estaciones hasta las etapas de la vida, un símbolo que en lo particular me encanta.

El símbolo de la Triple Diosa consiste en una luna creciente, una luna llena y una luna menguante, y concilia las diferentes personalidades de la energía divina femenina de manera armónica y cíclica.

Inicialmente, está la imagen de la doncella, representada por la luna creciente. La doncella solo se pertenece a sí misma, se encuentra llena de inocencia propia de su proceso de aprendizaje que apenas comienza.

Dependiendo de la cultura a la que pertenece, la doncella puede ser de diversas características: guerrera, enamorada, soñadora, independiente, sus prioridades son diferentes, pero siempre se encuentra lista para florecer. Se cultiva y prepara para lo que será, cual la suave primavera: la belleza ya se distingue con calidez, sin embargo aún no da mayor fruto.

El desarrollo de la doncella llega en la luna llena, donde todos los cuidados y preparaciones culminan en su transformación en una mujer plena, que en muchas culturas antiguas se asociaba con la maternidad.

La madre es una mujer fuerte, en su plenitud. Pasó por muchas pruebas y aprendizajes que la llevaron a convertirse en lo que ahora es, con un fulgor propio de la luna llena, aún en las noches mas oscuras. La madre es el verano, la fuerza del sol, las cosechas, las delicias de los frutos y la vida por todas partes.

La última parte de este ciclo se encuentra en la anciana, llamada por su sabiduría como «La Bruja». La anciana es sabia y paciente, una mujer que se dedica a sanar y pelear por los suyos desde el aprendizaje de años de desarrollo y experiencia. La bruja es el invierno: bella, tranquila, con una vida que comienza a escasear lentamente.

La anciana sabe que va a morir, pero no teme porque sabe que es solo un nuevo comienzo, un paso más para volver a florecer en la forma de una doncella. Su luz está próxima a apagarse pero, como la luna menguante, basta para iluminar el cielo entero.

Es así como nuestros antepasados de alrededor de todo el mundo se explicaban la vida, la figura femenina… las estaciones. Para muchos, todo está relacionado. No hay finales definitivos, sino que cada final es el comienzo de algo más; algo mejor. Tenemos muchas lecciones que aprender de nuestro pasado, ¿no crees?

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