Simbolismo natural

Muchos de nosotros vivimos tan atrapados en la vorágine cotidiana que no nos damos cuenta de mucho de lo que ocurre a nuestro alrededor. Hemos perdido la sencillez de nuestros antepasados que veían un enorme significado en cada elemento que cruzaba su camino.

En muchas culturas, encontrarse con una criatura tan sencilla, y aparentemente insignificante, como una abeja, una mariposa, una libélula, o un colibrí era motivo suficiente para cambiar la concepción de la vida y la comprensión del destino.

Todos los seres de la naturaleza contribuían a la visión del mundo que solíamos tener como humanidad, había símbolos y señales detrás de todo suceso, listas para ser interpretadas.

En cambio, en la modernidad solemos desestimar estas creencias como meras supersticiones, asociando la superstición con un bajo nivel educativo o un exceso de inocencia.

En un mundo de concreto, es fácil despreciar la inocencia y preferir creer en datos fríos y concretos. No obstante, ponernos los lentes de la simplicidad de vez en cuando puede ayudarnos a recuperar el sentido de la vida, más allá de lo cotidiano.

Imagina una actitud en la que nos volvamos a sorprender con la belleza de un insecto, una flor o un árbol. Una existencia donde podamos maravillarnos al ver un colibrí y nos permitamos creer que es el alma de uno de nuestros queridos difuntos que viene a visitarnos, o encontrar consuelo en una libélula que trae a cuestas un ángel que viene a darnos fortaleza.

Tal vez te suene ridículo, o innecesario. Es normal, nos hemos adaptado a vivir sin esos elementos. La fantasía nos permite soñar, nos permite creer más allá de la lógica y la razón, visualizar una existencia más allá del día a día. ¡Inténtalo!

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