La esperanza vence al miedo

Nos hemos convertido en la sociedad del miedo. Miedo al cambio climático, miedo a la violencia, miedo a las carencias, miedo a la soledad. Este sentimiento nos lo presentan constantemente los medios de comunicación, se transmite en nuestras pláticas cotidianas…

La sensación de inseguridad, la paranoia y el temor es una cárcel que nos impide apreciar la belleza y la esperanza en todo lo que nos rodea. Esta situación se vuelve un terrible círculo vicioso, donde nos dedicamos a hacer «lo que tenemos que hacer», perdiendo de vista lo que realmente quisiéramos estar haciendo.

El día a día de la mayoría de nosotros comienza cuando nos levantamos a toda prisa al escuchar una alarma sonar insistentemente; es aquí donde comienza el temor: «Voy a llegar tarde.» «Me van a regañar otra vez» . «No llego a clases, ¡ya no puedo tener más faltas!». «Me van a descontar el día por retardos». En el camino poco importa el paisaje, o la gente al lado de quien pasamos a toda velocidad. Los que vivimos en ciudades grandes maldecimos el tráfico, tener que madrugar, el clima… lo que se nos cruce en el camino.

Después, al llegar a la escuela, al trabajo o donde sea que «tenemos que estar», comienza la faena de observar el reloj constantemente, mientras restamos las horas para volver a «ser libres». Una parte de nuestra atención está concentrada en volver a casa, salir de ese lugar, mientras que la otra tiene miedo de no terminar la tarea del día a tiempo y tener que salir tarde, u obtener una mala nota.

Finalmente, llegó la libertad. De nuevo, en lugar de observar el trayecto, a la gente, la naturaleza, vamos con la mirada fija en el reloj: ¡ya quiero llegar a descansar! ¡tengo que recoger a los niños! ¡tengo que llegar a cocinar! A algunos de nosotros, se suma a esto el miedo de sufrir un percance debido a la inseguridad que pueda dañar nuestra integridad o hacernos perder nuestras pertenencias.

Llegamos a nuestra casa y la gran mayoría realizamos unas cuantas actividades banales: revisamos una y otra vez redes sociales, aún cuando no aparecen nuevas noticias, nos sentamos a ver la televisión, alguna serie, o simplemente nos dedicamos a matar el tiempo mientras nos preocupamos por temas de dinero, de salud, sociales… cualquier cosa que nos roba nuestra tranquilidad.

El día acaba y nos vamos a la cama, sintiendo que no rindió el día y se nos están acumulando los pendientes, pero si no nos dormimos pronto no nos levantaremos a tiempo. Y así sucesivamente.

¿Te identificas? ¿Hace cuánto no te fijas en los detalles? ¿Cuánto tiempo llevas sin observar los colores de las plantas y, si tienes suerte, flores en tu trayecto diario? Los minutos pasan, y nadie los va a detener. De ti depende aprovecharlos, aunque sea mientras haces lo «que tienes que hacer», con el corazón y la actitud adecuada para agradecer las diferencias entre cada día y todas las señales de vida y esperanza que están a nuestro alrededor.

Toma un momento. Encuentra una textura que puedas sentir. Dos olores que puedas percibir. Tres colores que te gustan de tu alrededor. Cuatro sonidos que puedas distinguir. Cinco sentimientos que tengas ese día. Rompe el miedo, estás viv@.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.